Me llamo Reyna, tengo 5 años participando en Patrocinios de Save the Children y, actualmente, soy líder de educación. Hoy quiero platicarles una anécdota sobre cómo regulan emociones las niñas y los niños que participan en el programa.

En Save the Children, como parte de nuestras acciones estratégicas, trabajamos la educación socioemocional de niñas, niños y adolescentes. Pero también de docentes y la comunidad educativa en su totalidad, pues nuestro objetivo es el óptimo desarrollo de habilidades socioemocionales para que todas las personas en la comunidad, puedan ayudar a las niñas y los niños a reconocer y entender sus emociones, sentir empatía por los demás, desarrollar relaciones positivas y facilitar la toma de decisiones responsables para un futuro más brillante.

Estrategias que cambian vidas

La estrategia de educación, se implementa en las 3 comunidades donde trabaja patrocinios. Ninguna comunidad es igual entre sí, pues presentan diferentes problemáticas y necesidades, por lo que es importante la etapa de diagnóstico para crear entornos de aprendizaje de calidad.

Por ejemplo, durante el confinamiento por la pandemia de COVID-19, nos enfrentamos con comunidades impactadas por la pérdida de sus seres queridos. El bienestar de niñas, niños y adolescentes, se vio fuertemente disminuido ya que las familias no contaban con estrategias socioemocionales para abordar el duelo. Aunque ya teníamos desarrolladas herramientas para la gestión de emociones, fue preciso priorizar la educación socioemocional bajo este particular contexto.

Casos de éxito que emocionan el corazón

Una de las mayores satisfacciones de mi trabajo, es confirmar el impacto positivo de lo que hacemos cada día. Lo que yo llamo casos de éxito. En uno de mis recorridos por las escuelas, Julián*, 9 años, me platicó una anécdota sobre cómo regulan emociones las niñas y los niños, luego de tomar los talleres que impartimos.

“Hace unos días durante educación física, jugamos “relevo del túnel”. Es un juego en el que formamos una fila, poniendo las piernas muy abiertas para simular un túnel; un compañero se había hecho pipí. Al darse cuenta, una compañera se le acercó y le pidió que no se asustara. Entre todas y todos, lo cubrimos y lo acompañamos al baño para que pudiera cambiarse. Nadie se burló. Es algo que a cualquiera puede pasarle y nos puede dar vergüenza como a Concho, el oso**. Pienso que siempre debemos compartir lo que nos pasa y que nadie debe burlarse”.

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Una maestra, también me contó que, al inicio del curso escolar, niñas y niños estaban teniendo dificultades para tener una sana convivencia; eran individualistas y territoriales. Sin embargo, al poner en práctica las herramientas que les hemos compartido para que repliquen con sus alumnas y alumnos, notó un cambio sorprendente.

“Incluso varias mamás se han acercado conmigo; me preguntan si les estoy enseñando yoga, porque cuando sus hijos están haciendo la tarea y ella se desespera, le dicen que hay que respirar como el globito para permanecer tranquilos. Esa es una técnica de respiración que aprendí y ahora puedo enseñar gracias a Save the Children”.

La educación socioemocional es importante para todas las personas, sin importar la edad. Si empezamos a desarrollar estas habilidades desde la niñez, estaremos preparando a las niñas y los niños para convertirse en personas adultas empáticas y con mayor conciencia social.

^{*El nombre de Julián fue modificado para proteger su identidad
** Concho, el oso es un cuento ilustrativo que se comparte en los talleres de educación socioemocional.}